En el Infierno no se Llora


Texto original de un escrito participante del reciente concurso "Hablemos del país posible". (Obviamente, descartado de plano).                                                                                                                                 Aporte para una mayor conciencia en la noble lucha por la democracia y el Estado de Derecho.                 En un en un país en donde la racionalidad y la ética están abrogadas, el pensar estorba, cuando no se criminaliza.

 En la persistencia radica la fuerza. De piedra en  piedra el Everest toca el cielo...

 

En el Infierno no se llora

               

 

Cuando aquel indefenso y torpe homínido descubría su ser espiritual, iniciaba en amor, libertad, moral y ética, su gigantesco emprendimiento existencial, a llamarse  humanidad, en probabilística maravillosa y sentido teleológico hacia una verdad  siempre posible y eternamente inalcanzable.

Así, el ser humano y las sociedades en las que coexiste, son posibles en toda posibilidad, dentro de un espacio evolutivo-histórico, lindero a cualesquiera teorías o proyectos políticos. La acción política en contra de la naturaleza humana, tiene los días contados. El infierno soviético duró sesenta años. El genocidio nazi, en una década claudicaba con pildoritas de cianuro. Su averno prostituyó a Cuba en cuatro. Mientras este, avizora su ocaso apenas a un quinquenio de "radicalización".

 De allí el fracaso inevitable de enclaustrar al ser humano y los fenómenos sociales dentro de pretenciosos constructos filosóficos; la ingénita frustración que motoriza el quehacer cultural: El ser prisionero de las ideas, de Platón; el grandioso y prepotente castillo de arena del imperio absoluto de la razón sobre la realidad, de Hegel; las embriagadoras pinceladas verbales del infame hombre esquizofrénicamente superlativo por sobre la evolución, la historia y Dios, de Nietzsche; el ser constructor de una historia que no vive y dueño de un futuro que no alcanza, de Heidegger; la burocratización de la espiritualidad, de Weber; el ser humano y la sociedad, de Kelsen, expropiados de sus naturalezas por la estructura jurídica que les debe su razón de ser; el ser de Sartre, condenado a una libertad que no tiene; o el absurdo, torpe y miserable ser humano de Marx, vasallo de una evolución e historia determinadas fundamental e irremediablemente por la materialidad, que lo define, contradiciendo en ideología falaz la inmensa riqueza cultural de su historia, y hasta su misma razón de ser, pues bajo el imperio visceral de lo puro material, no solo no existirían artes ni poesía ni música ni clasicismos ni romanticismos ni barrocos ni moral ni ética ni esperanzas ni fe ni religiones ni amor ni el conocimiento de Dios; sino que, por ello, seguramente ese pobre diablo siervo de su materialidad, muy tempranamente habría sucumbido.

El prodigioso éxito existencial del ser humano, y sobre todo, la sublime posibilidad de ser siempre posible, expresados en toda la riqueza evolutiva, histórica, racional, epistemológica y espiritual que implica la humanidad; da al traste con el pesimismo, históricamente persistente, ya sea por ignorancia, ya por prepotencias racionales, ya por simple desubicación histórica-evolutiva, y no pocas veces desde majestuosos adefesios filosóficos- científicos; empeñado en la negación existencial del ser humano, en despojarlo del gigantesco patrimonio de su existencialidad, avasallándolo  a un fatalismo falsamente signado por su ser imperfecto, sin considerar que es ésa, su imperfección ínsita, la que lo inscribe en el tiempo, configurando la historia  hacia su descubrimiento-existencial, hacia el encuentro con la verdad, de su ser, de la realidad, del universo, la cual, conforme a toda evidencia  lógica, racional, espiritual, empírica y científica, y mientras no se demuestre lo contrario, por ahora y por siempre, radicará en Dios.

De esa forma, el mejor momento existencial de la humanidad será por siempre el actual, en tanto concreción y posibilidad de lo posible. De otra manera sí tendrían razón los susodichos, es decir, la humanidad estaría perdida, extraviada en el despropósito de una racionalidad, entonces, incapaz de comprenderse dentro del maravilloso acontecimiento existencial del universo, que la posibilita, sumida en el absurdo  de querer ser ella la plenitud de una verdad que apenas conoce y un poco más intuye, negada en  la facultad de ser expresión sublime de la cúspide evolutiva, racional-espiritual hacia el ser posible: He allí el punto de quiebre de esos pensamientos respecto del mundo y su realidad: Los pensares que restan y las actualidades faltantes. ¿Será embuste interesada, o será simple incomprensión del fenómeno existencial humano, desde su más íntima expresión y maravillosa posibilidad?

La existencia humana desde siempre y por siempre ha de constituir un triunfo evolutivo. El solo hecho de existir es un maravilloso milagro creador que redimensiona la perspectiva existencial hacia su justa ponderación; no en el absurdo de un ser viviendo para la muerte, ni la estupidez del ser esencialmente espiritual  escribiendo una historia meramente material, ni el sicótico empeño en condenar al ser humano a la nada.

Desde la incomprensión de la virtud de su imperfección ínsita y del significado y cualidad del "progreso", el mal augurio ha signado a la humanidad desde siempre; en perspectiva fatalista y escéptica que es contradicha por el maravilloso hecho existencial que históricamente la construye. La cuestión es de ópticas: Ponderando la humanidad hacia  atrás, el porvenir luce sombrío, lo pasado pinta a mejor sólo por el hecho de haber sido, mientras que el presente es un desvivir, por lo bueno que ya no es y lo peor que habrá de ser. En cambio, si se mira el acontecimiento existencial humano desde el patrimonio de lo sido hacia el haber de lo posible, la vida deviene en riqueza y no en deuda. Por eso, si bien es cierto que hoy millones de seres humanos padecen hambre y penurias en el horror de sus infiernos, también es verdad los cientos de millones que se alimentan adecuadamente, incluso en exceso, disfrutando de estándares de vida social otrora utópicos privilegios de reyes.

Las paradojas y moralejas existenciales, aleccionando desde siempre. ¿Cuándo la humanidad tuvo el sosiego y potencial existencial que ostenta hoy, cuando más ajetreada, díscola y extraviada aparece? ¿Cuándo las sociedades coexistieron dentro de la pacificidad, en general, de hoy día, cuando la perversión volitiva hacia la guerra ha sido excedida por la disponibilidad material bélica, implicando el poder de auto-aniquilamiento de la especie? ¿Cuándo pudo manifestarse más libremente la religiosidad sin el yugo de la tea, a pervertirla o extinguirla, que en los albores del tercer milenio, cuando la moralidad no solamente estorba sino que resulta tóxica a la “libertad”? ¿Cuándo ha sido más indemne la fe al ariete de la circunstancialización  y relativización de la verdad, que hoy, cuando arrecian sus azotes? ¿Cuándo ha sido en la humanidad mayor la posibilidad de ser posible, que la actual, cuando patente es el extravío ontológico y la mengua espiritual? ¿Cuándo, cuando  se ha profetizado el desastre, la humanidad, en último término, no ha apelado a la razón y a su espiritualidad y no ha prevalecido su esperanza y fe, a las desubicaciones evolutivas e incomprensiones existenciales?

No se trata de conformismo anti-evolutivo ni negacionismo irracional de los problemas, vicios, carencias, perversiones, omisiones y malas acciones; sino de la simple lógica de pretender lo mejor desde lo bueno, de posibilitar el mejor vivir desde la justeza racional y espiritual de prevalencia de los logros, las virtudes, el buen obrar y, sobre todo, de la posibilidad de ser posibles.

Si en este momento la humanidad  se extinguiere, por la causa que fuere, el universo atestiguaría el existir de un ser protagonista de un asombroso triunfo existencial, tan importante, por poder cuestionar y comprender la realidad; tan sublime, por ser capaz de amar, ser justo, bueno y  libre; tan maravilloso, por crear artes, hacer tecnología y transformar la realidad; y tan inmenso e infinito, por poder conocer, en afirmación o negación, a Dios.

Hoy día, cuán falaces resultan  Rousseau y Hobbes, al contradecir igualdad y libertad o reducir a simple contrato.la sociedad. Igualmente se remarcan los desvaríos etílicos de Marx, al negar el fundamento espiritual, moral y ético del ser humano y su determinación teleológica a la humanidad. 

Valga acotar: La marxista es una ideología insustentada racionalmente y extraviada ontológicamente, que desde su incomprensión supina del ser humano y su libertad, erige todo el mamotreto ideológico del que presume. No se diga de su deriva conceptual ante el “cambio”, terminando siempre sus intentonas políticas en involución social, política y cultural, traducida en costos de vidas, dolor, sangre y sufrimiento de millones de seres humanos, en  los infiernos, también perversamente posibles, en que sumen a las sociedades, del ser miserablemente extirpado en su auténtica humanidad, secuestrando para sí las virtudes de todos y exterminando en el otro los vicios que lleva dentro. 

Por mirar el mundo al revés, no entiende el marxismo que al contrario de resultar contradictoria-injusta-excluyente-conclusiva, acorralando en los designios del querer y voluntad, sin riendas, a una humanidad  en auto-aniquilamiento; la evolución histórica es esencialmente conciliadora-justa- integradora- optativa-equilibrante, posibilitadora del ser humano hacia lo posible, en abanico de opciones linderadas y perfiladas temporal, moral, ética, racional, espiritual y teleológicamente por los espacios ciertos del libre albedrío, hacia la plenitud existencial del ser individual, desplegado en prodigiosa diversidad complementaria en un mundo  maravilloso de analogías, de todo pareciéndose al todo, conformantes del mismo acontecimiento existencial, la misma obra creadora, el mismo universo. 

La inopia espiritual y, por ende, la miopía respecto del trasfondo, alcances y posibilidades del ser humano, más acá de los “procesos” y “hechos” que la circunstancialidad social exprese, en la intimidad profunda de un ser aprendiendo a existir existiendo; no le permitieron a Marx comprender en su real dimensión el acontecimiento existencial de la humanidad. Si tan solo hubiese mirado Marx, en algún momento de sobriedad, el ánimo, necesidad y goce, intramuros, desde y hacia el emprendimiento y el acto creador, el trato laboral justo y participativo en algún sitio, la obra de caridad de quien sea, la expresión de amor de cualquiera, el gesto de humanidad de alguien; habría dado con el talón de Aquiles que falsea absoluta e irremediablemente su teoría política: El ser moral-espiritual y el propósito de fe que lo impulsa y posibilita.

Es desde esa más acertada ubicación existencial, alcanzada y asumida por todo ese patrimonio evolutivo -histórico, descubierto y aprehendido; y por el ánimo racional, moral, ético y espiritual que impulsa a la humanidad, mejor comprendido y más vivible; que la mejor Venezuela clareará por siempre en el porvenir.

Y siendo la redención, como la verdad, cuestión de tiempo; es derecho y responsabilidad  de la actualidad generacional, salir del infierno de miseria, anarquía y caos social, desde la racionalidad, convicción moral y acción ética, en afirmación irredenta de la espiritualidad humana.

Por eso la Venezuela posible lo es desde ya; expresada en la necesidad de un proyecto amplio, coherente, sensato, inclusivo y, como toda acción política, fundamentalmente realista; considerando la circunstancialidad social y el estatus evolutivo del ser humano, en asunción de todos los haberes y deberes de su humanidad, sin beneficio de inventario, en previsión exhaustiva de  procederes y eventualidades, abandonando el mito de la improvisadora "sabrosura latina”. Cierto que la mocedad y sincretismo cultural le dan a Latinoamérica original frescura innovadora, pero que, sin el pertinente rigor metodológico, encalla en utopismo degenerado en mientrastantismo de sociedades imposibles tras posibilidades inalcanzables; anegadas, además, en la añoranza bucólica, la fantasía eugenésica, el humor conformista, el costumbrismo desacostumbrado y el "realismo" social eunuco; por la huída "fresca" del rigor racional y el fuste moral.  

La Venezuela posible no naufraga en restauracionismo absurdo  ni revanchismo innoble y torpe ni odio miserable; sino que arría velas hacia la inclusión, abriendo rumbos a los disidentes del régimen, y a los que, aún dentro de él, proponen racionalidad y sensatez ante sus desvaríos distópicos. No se trata de anacronismos derecha -izquierda, proletariado-burguesía, pobres -ricos, vasallo-imperio, sino de la posibilitación de un país inserto en un contexto y estatus internacional; del gobierno de ciudadanos concretos, y no  para un "pueblo" difuso y etéreo; de la razón y poder del Estado, y no del gusto y ganas del caudilluelo de turno; del imperio del Derecho, y no de la voluntad tumultuaria demagoga. De allí la complejidad y eficacia de la política contemporánea.

El arrío estratégico de velas pudiere determinar el alcance de la meta, abandonando la improvisación absurda y torpe, ubicando norte, estableciendo rumbo, considerando distancia, previendo circunstancia, previniendo recurso y actuando en necesaria y justa consecuencia. Elementales consejas que el ejercicio de la política insólitamente suele olvidar.

Quien gobierna a un "pueblo" de treinta millones de seres, con resolver uno, cuatro o doce, le soluciona los problemas al "pueblo";  en cambio, el gobierno de ciudadanos tiene, al menos,  treinta millones de problemas por resolver. (Cuentan que María Antonieta mandaba a comer pasteles a falta del pan…. Irónicamente hoy, quienes se dicen herederos de los que le volaron la testa a la susodicha; a la advertencia de que el salario mínimo al “pueblo” le alcanza apenas para un paquete de harina, responden: entonces denles un "bono" para que compren dos. Es que las ideologías los diverge y los extremos los junta,  pareciéndose tanto. Ambos, gobernado “pueblo” sin rostro ni nombre ni apellido para verle la desgracia, sentado a la mesa  con el ser menguado, la dignidad horadada y la vianda vacía, consumiéndose en las penas y el horror de la miseria humana atroz, en un íntimo sufrimiento que esas ideologías absurdas son incapaces de comprender, debidas a proyectos “históricos” antihumanos, a la manipulación criminal de las “masas” y al usufructo irresponsable del poder).

El precedente posible: Curatela o tutela de la ONU, ante la evidente e irremediable inacción e incapacidad administrativa del régimen, respetando la soberanía del país y en resguardo de los Derechos Humanos de millones de venezolanos. Además: Determinación de la veracidad, intencionalidad y sistematicidad en las prácticas genocidas denunciadas por instancias políticas y jurídicas internacionales. Tanto dolor, sufrimiento, represiones atroces, la ruina de la institucionalidad democrática, la destrucción de las familias,  el echar al ser humano a la más criminal anarquía, rapiña social e inmoral explotación, el pretender cercenar la racionalidad y espiritualidad hacia la estupidización colectiva y el despropósito existencial del país; no debe quedar impune. Y donde no alcance la justicia humana, que comience la justicia divina; azotando por siempre las conciencias por los males causados.

La Venezuela  posible reactiva la producción. Redime la creación tecnológica, artística, artesanal y científica. Despolitiza el país, yendo cada uno a lo suyo, en un contexto de auténtica política institucionalizada. Reinstituye la propiedad privada. Rescata el ser cultural, en justa interpretación y valoración de la historia, sin mutilaciones absurdas. Y, sobre todo, devuelve la alegría, el disfrute y la vida a las ciudades. Es derecho inalienable de las generaciones actuales.

Simbolismos: Oración en acción de gracias por la redención y por las almas de los caídos. Gran caravana nacional del “nunca jamás”, por el rescate y preservación del Estado democrático de Derecho y su institucionalidad, que imposibilite el bandidaje político de cualesquiera ideologías. Misión internacional en desagravio y agradecimiento a las naciones por el acto generoso, la mano solidaria  y el gesto de amor, que salvan a la humanidad, en la esperanza y fe por un mundo posible.

De esa forma, resulta irresponsable y contrario a la naturaleza humana, abandonarse a ser pailero. Improcedentes los lloriqueos excusatorios. Se llora por amor, penas y arrepentimiento únicamente ante Dios. En los infiernos, creados por la irracionalidad y vicios humanos, se lucha con la convicción racional y la fuerza espiritual hacia la verdad evolutiva-histórica, por el inalienable derecho de ser posibles.

La racionalidad, espiritualidad y verdad existencial del ser humano, se impondrá por siempre a la persistencia de los demonios  y sus infiernos.

El proyecto de la Venezuela posible asume en premisa: La experiencia fundamenta la evolución; se evoluciona en preservación y mejora de lo que se ha sido, ante la necesidad y pertinencia del cambio.

 

 Javier A. Rodríguez G.

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